Desde Heli de Amat Escalante hasta Sin señas particulares de Fernanda Valadez, pasando por La paloma y el lobo de Carlos Lenin y Noche de fuego de Tatiana Huezo, en los últimos 15 años el cine mexicano, con su amplitud de miradas y variedad de voces, ha narrado dolorosas historias que giran en torno al crimen organizado, el narcotráfico, la militarización, la desaparición de personas y los feminicidios.
Una voz más se une a este notable mosaico de realizadores mexicanos preocupados por la cruenta realidad del país. Se trata de Ruido, película dirigida por Natalia Beristain y estrenada recientemente en Netflix, que traza la experiencia desgarradora de Julia (interpretada magistralmente por Julieta Egurrola), una madre amorosa que pierde a su hija a causa de la violencia predominante y la falta de justicia en el país.
Con una admirable destreza fílmica -para muestra, el notable plano secuencia de una marcha feminista en las calles de alguna ciudad mexicana- y una profunda empatía con los familiares de las víctimas, la también directora de la espléndida Los adioses teje varias historias de pérdida, duelo, amor y el vínculo entre la angustia y la ausencia, evidenciando un impecable trabajo de campo e investigación previa.
Además de las estrategias empleadas por la actriz Teresa Ruiz para preparar su papel como una periodista, la directora y los guionistas Diego Enrique Osorno (Vaquero del mediodía) y Alo Valenzuela (El comediante) se involucraron con los diversos grupos de rastreadoras que existen en el país. Se trata de colectivos de mujeres que exploran el territorio con la intención de encontrar pistas que las conduzcan a llegar a un resultado sustancial más allá de las carpetas, papeleos y procesos burocráticos de las autoridades.
Hay innumerables casos de personas desaparecidas en México, y no todos los casos reciben la importancia y la atención que merecen. De ahí que las rastreadoras hagan todo lo posible por localizar a las personas desaparecidas. "La película no pretende ser un vehículo para este tipo de grupos, pero esperamos que ayude a propagar sus voces, mostrar lo que tienen que enfrentar en la vida real como madres en esta situación", señaló Rafael Ley, uno de los productores del filme que también ha trabajado en Cómprame un revolver y Las niñas bien, en entrevista para Variety.
Beristain confía plenamente en el poder de la ficción para, a partir del microcosmos de Julia, expandir su problemática y entrelazar todos los tipos de violencia que se viven en el país: desapariciones, feminicidios, secuestros, impunidad, crimen organizado. La directora de No quiero dormir sola emplea la ficción como una arma poderosa para retratar la putrefacción del tejido social mexicano. En última instancia, Ruido puede tener algunos elementos dramatizados, pero el núcleo de la historia y sus temas son auténticos; es la suma de varias historias reales.