2022 fue un año de altibajos, experimentos, tribulaciones y pérdidas, pero también victorias, para las películas de superhéroes. Marvel lanzó tres secuelas de alto perfil en pantalla grande (Doctor Strange en el multiverso de la locura, Thor: Amor y trueno y Pantera negra: Wakanda por siempre); DC presentó, por fin, a Black Adam; mientras que Sony intentó entrar a la conversación con Morbius.
Muchos de estos lanzamientos fueron muy esperados, especialmente considerando que algunos enfrentaron múltiples retrasos por la pandemia de COVID-19. Uno de estos proyectos fue The Batman, cuyo rodaje presentó pausas y reinicios debido a los contagios del equipo de producción y parte del elenco, incluyendo a la superestrella y protagonista de la cinta, Robert Pattinson.
Estas adversidades no impidieron que el cineasta Matt Reeves entregará un magnífico thriller policiaco, con reminiscencias a Se7en y Zodiaco, ambas dirigidas por David Fincher, que finalmente logró convertir al caballero de la noche en un auténtico detective en lugar de simplemente mostrar a un Bruce Wayne multimillonario que derrocha su dinero para superar su traumático pasado como ocurre con Christian Bale en algunas secuencias de Batman inicia.
Entre la energía de Good Time: Viviendo al límite y la enigmática contención de Cosmópolis, la actuación matizada y equilibrada de Pattinson ofreció a un Wayne más joven y genuinamente más conflictuado con el drama familiar. Se siente no sólo en la áspera voz, sino también en la sutil expresividad de sus ojos y sobre todo en su constante deambular nocturno y solitario.
Al tratarse de la adaptación más oscura y noir del hombre murciélago, el cinefotógrafo Greig Fraser (Foxcatcher y Dune) tuvo cuidado de asegurarse de que la fotografía no fuera implacablemente negra, colocando pequeños focos de luz en cada cuadro para confeccionar un noir urbano, gris y nostálgico.
Mientras que la música maravillosamente inquietante del compositor Michael Giacchino (que este mismo año dirigió a Gael García Bernal en Hombre lobo por la noche para Marvel) crea un estado de desasosiego, capturando perfectamente el dolor y el trauma acumulados en el protagonista.
Lo mejor de todo es que la película se inclina inteligentemente hacia la gran galería de personajes para insertar villanos y antagonistas que funcionan como obstáculos, contrapuntos y espejos en el trayecto del héroe. Zoë Kravitz, Colin Farrell y Paul Dano dan nueva vida a Catwoman, Penguin y Riddler, respectivamente.
Si bien el tercer acto se prolonga y choca con el tono general de la película, el momento final en el que Batman camina hacia la luz y deja atrás su necesidad de ser una criatura oscura de la noche funciona como un poderoso arco de personaje y deja una puerta abierta a un emocionante mundo de posibilidades, en el que quizá podríamos volver a ver al Joker de Barry Keoghan, para secuelas y miniseries de HBO Max.