Tanto Guillermo del Toro como Tim Burton han estado en el centro de la conversación debido a sus más recientes producciones, Pinocho y Merlina respectivamente, las cuales han sido todo un éxito en Netflix. Si algo caracteriza a ambos cineastas es su gusto por lo extraño y lo siniestro, así como su inclinación por el horror. A lo largo de su extensa filmografía han presentado extrañas criaturas, que a pesar de lo terroríficas que puedan ser muestran un lado sentimental que logra conmover a la audiencia, y así lo vimos en La forma del agua del cineasta tapatío o en El joven manos de tijeras del director californiano.
A diferencia del realizador de Beetlejuice, quien tiene más experiencia dirigiendo películas en stop-motion, del Toro recién incursionó en el género, siendo Pinocho su primera obra animada. Aún así, el mexicano ya tenía cierta experiencia participando en la animación, ya que fue productor ejecutivo de Hellboy animated: Sword of storms, Trollhunters y El libro de la vida, por mencionar algunas, incluso de joven hizo un cortometraje un tanto rudimentario. Sin duda, este acercamiento le brindo más herramientas para poder dirigir su largometraje, pero lo que pocos esperaban era que lo hiciera de manera magistral, superando por mucho a Burton.
Las producciones en stop-motion suelen ser muy largas y laboriosas debido a todo lo que implica esta técnica, desde crear las marionetas hasta la ejecución de las mismas, ya que deben usarse estudios especiales. Desde muy joven Burton debutó en el género con su cortometraje Vincent, el cual contaba con el doblaje de Vincent Price, una especie de homenaje al actor de horror. Años después decidió unir creatividad con Henry Selick, quien se encargó de dirigir El extraño mundo de Jack, la cual tardó tres años en concretarse. Con esta cinta, ambos directores se perpetuaron como los máximos representantes de esta técnica.
Debido a la poca innovación tecnológica de la época, el equipo de producción debía tener varios prototipos de las cabezas de los personajes con diferentes expresiones. Cansado de lo laborioso que era, tanto Selick como Burton decidieron recurrir a marionetas de silicón y a la animación 3D para sus próximos proyectos, algo que el director de El espinazo del diablo se ha rehusado a usar, debido a que está en contra de la Inteligencia Artificial para recrear las emociones en los personajes.
La artesanía del mexicano lo coronó sobre Burton
Así que mientras los cineastas recurrieron a la tecnología para crear Coraline y la puerta secreta, así como El Cadáver de la novia y Frankenweenie, estas dos últimas del director de Sleepy Hollow, del Toro decidió usar marionetas mecánicas que permitiera modificar las expresiones de sus protagonistas. Además existían versiones de todos los tamaños. Las figuras fueron armadas con foam, silicona y resina, mientras que el personaje de Pinocho fue impreso completamente en 3D. El proceso artesanal provocó que la película tardará casi 15 años en llegar a la pantalla grande. Georgina Hayns, quien también trabajó con Burton, dejó claro que esta técnica la hace completamente diferente a todas sus predecesoras.
Además hay que considerar que la mayoría de las cintas de este género suelen tener una duración aproximada de una hora y media, mientras que la del director de El laberinto del Fauno es una de las más larga, alcanzando casi las dos horas, lo que implica más tiempo de filmación y edición así como más presupuesto. De hecho podrás ver parte del proceso en la exposición de la Cineteca. Por supuesto el cineasta no niega usar algunos efectos digitales, sin embargo, la mayoría de escenas fueron filmadas manualmente por varios diseñadores mexicanos.
Cabe destacar que a pesar de que la historia de Carlo Collodi ha sido adaptada dos ocasiones por Disney, Guillermo del Toro presentó una versión completamente innovadora, con temas tan profundos como la muerte, en la que se mezclan a su vez tintes políticos como el fascismo, algo que no logró Tim Burton al dirigir el live-action de Dumbo, el cual no presentó nada nuevo en la historia. De esta manera la técnica no es lo único impresionante del filme, sino la habilidad magistral con la que del Toro logró presentar una historia única en su tipo, coronándose como el nuevo rey del stop-motion, ya que en definitiva no hay cinta que la iguale en la actualidad.
Después de esta cinta, Tim Burton, Henry Selick y Wes Anderson enfrentarán varios retos para sorprender al público si desean hacer una película stop-motion, ya que la técnica artesanal del mexicano tapatío ha dejado los estándares muy altos. Tan solo este año, la película de Selick, Wendell and Wild, pasó desapercibida a pesar de estar hecha en conjunto con Jordan Peele, uno de los directores más relevantes del género de terror en los últimos años. Con esto queda claro que el largometraje del director de Hellboy será uno de los referentes más importantes del género y uno de los favoritos para ganar el Oscar de animación del próximo año.