A lo largo de su distinguida carrera, Guillermo del Toro ha demostrado maestría en inspirar a la gente a través de sus mundos mágicos llenos de personajes inolvidables y magníficos, desde los monstruos en El laberinto del fauno hasta la bestia marina en La forma del agua, pasando por las enigmáticas atmósferas de Cronos y Hellboy o incluso los aterradores relatos de El gabinete de curiosidades.
Del Toro tardó alrededor de 15 años en materializar su propia versión de Pinocho. El aspecto de su personaje principal fue ideado por el aclamado ilustrador Gris Grimly, quien creó una serie de imágenes para una edición de 2002 de la historia de Carlo Collodi. "El diseño básico de Grimly, que considero fue brillante, era hacerlo parecer madera que nunca se terminó de pulir", dice el director de La cumbre escarlata.
Grimly se ha destacado como ilustrador de libros infantiles y clásicos literarios tales como Pinocho, Sleepy Hollow, Frankenstein o las historias de Edgar Allan Poe. Sobre su relación con del Toro, comenta: "Después de que se publicó el libro, pensé en cómo podría ser una película. Y se me ocurrió una lista de directores, y Guillermo estaba en la parte superior. Poco después de eso, recibí una llamada de una galería que estaba vendiendo mis obras y me dijeron que Guillermo compró una pieza de mi obra de Pinocho".
Con el reciente estreno de Pinocho en Netflix, el director de Pacific Rim y El callejón de las almas perdidas revela detalles sobre sus motivaciones para crear una versión inquietante y terrorífica, pero al mismo tiempo bella y conmovedora del icónico personaje creado por Collodi a través de las posibilidades técnicas y estéticas de la animación en stop-motion.
Al principio del relato, Geppetto (voz de David Bradley) se pone nervioso cuando se encuentra por primera vez con el alegre niño de madera que clama alrededor de su taller. Un sello distintivo de la narración de cuentos de del Toro es que los seres que inicialmente se ven como extraños, aterradores o antinaturales, a menudo son incluso más humanos y comprensivos que los aparentemente normales.
El director sabe el momento exacto para colocar un ligero escalofrío antes de calentar el corazón, por lo que su versión de la marioneta viviente proviene de una dirección única. "Siempre me han intrigado mucho los vínculos entre Pinocho y Frankenstein", le dice del Toro a Vanity Fair. "Ambos son sobre un niño que es arrojado al mundo. Ambos son creados por figuras paternas que luego esperan que sus creaciones descubran lo que es bueno, lo que es malo, la ética, la moral, el amor, la vida y lo esencial, por sí mismos".
A diferencia de las películas de Disney, tanto la animada de 1940 como el live-action de Robert Zemeckis con Tom Hanks, la versión de del Toro no tiene lugar en un mundo de cuento de hadas, sino en la Italia del periodo entreguerras, durante el ascenso del fascismo (aquí explicamos por qué se ambienta en esta etapa histórica) y el gobierno autoritario en el país. El niño de madera cobra vida "en un entorno en el que los ciudadanos se comportan con una fidelidad obediente, casi como la de un títere", sentencia del Toro.