Este año hemos visto dos nuevas interpretaciones del clásico literario de Carlo Collodi. Hace un par de meses estrenó Pinocho, el live-action de Robert Zemeckis con Tom Hanks, y ahora la fantástica versión en stop-motion de Guillermo del Toro. Desde luego, el gran referente visual de este relato que ha construido el imaginario popular durante varias décadas es el clásico animado de Disney de 1940.
Disney generalmente domestica sus historias a partir del material original, a menudo más oscuro, para hacer que sus películas sean un poco más familiares. Pero no podemos mentir, muchos de estos relatos abordan temas ásperos y escabrosos para ser consideradas sólo obras para niños. En pleno reconocimiento de la masacre del pueblo de Mulan, la total devastación de Dumbo y Bambi, y el brutal regicidio de El Rey León, hablemos de la oscuridad de Pinocho.
A un ritmo casi vertiginoso, la película dirigida por Norman Ferguson aborda varios temas inquietantes, como el comportamiento abusivo, el secuestro y la esclavitud. Todo esto está bastante disfrazado e implícito de una manera que puede pasar por alto a las audiencias más jóvenes, pero la forma en que los temores y las amenazas de la vida real rodean a la inocente marioneta es realmente alarmante.
Soledad y paternidad
Geppetto (voz de Christian Rub) es un viejo relojero que construye una marioneta de madera, pero ¿no es un poco viejo para ser un padre soltero? ¿Sabe lo que implica criar a un niño? Claramente no, una vez que se concede su deseo, desconoce cómo manejar la situación. Estamos frente a un personaje que asume automáticamente que la paternidad es una divertida idea, además de considerar que un hijo es la solución a su profunda soledad.
Engaño y manipulación
El zorro rojo llamado Honrado Juan (Walter Catlett) y el gato torpe conocido como Gideon (Mel Blanc) convencen a Pinocho (Dickie Jones) de irse de vacaciones a la Isla de los Juegos a pesar de saber que allí le esperan terribles consecuencias. Aunque son villanos poco intimidantes, son los responsables de poner a Pinocho en las situaciones más peligrosas. Mediante el engaño y la manipulación transportan niños para entregarlos al cochero, quien promete pagar mucho dinero por ellos.
Secuestro y explotación infantil
Stromboli (Charles Judels) es un viejo titiritero que busca enriquecerse con su espectáculo de marionetas. Este villano pasa de reír y abrazar a Pinocho a empujarlo repentinamente a una jaula en una auténtica pesadilla. Las lágrimas aterrorizadas de Pinocho son enormemente conmovedoras. Y más cuando descubrimos que Stromboli tiene la intención de arrojarlo al fuego una vez que se haga demasiado mayor para seguir actuando en su espectáculo de títeres.
Paraíso ilusorio
Cuando Pinocho llega a la Isla de los Juegos, se hace amigo de un niño mal educado y travieso llamado Polilla (Frankie Darro) que, descaradamente, al saber que no hay reglas ni autoridad, incita a los demás niños a fumar, beber y cometer actos vandálicos. La forma en que la película se burla de esto es muy desconcertante con un Pepito Grillo (Cliff Edwards) frustrado que se aleja de Pinocho y descubre que la isla que alguna vez fue brillante y animada está vacía.
Metamorfosis aterradora
En este paraíso ilusorio, Pepito Grillo se da cuenta que los niños son transformados en burros y posteriormente vendidos como esclavos. Una de las tomas más impactantes de la película muestra la imponente sombra del cochero frente a los burros que gritan desesperadamente. Y si eso no fuera suficiente, vemos la dolorosa y prolongada transformación de Polilla. La traumatizante escena está llena de imágenes angustiosas y un trabajo de voz insoportable que amplifica brillantemente el momento desgarrador.
Cercanía con la muerte
Después de que Monstruo (la ballena gigante) rompe la balsa, Pinocho se ahoga tratando de salvar a su padre y demuestra que es valiente y desinteresado. Geppetto sobrevive, pero en un plano prolongado vemos a Pinocho que está boca abajo y quieto en el océano. Incluso los peces lloran sobre su cuerpecito empapado de agua, como si eso no fuera a causar pesadillas.
Desenlace desesperanzador
A pesar del final aparentemente feliz, el destino de los desafortunados chicos en la isla nunca se revela, pero se puede asumir que es completamente desesperanzador. En la historia original de Collodi, Polilla (conocido como Candlewick en la novela) sigue siendo un burro y muere de agotamiento después de que el granjero al que se lo vende lo sobrecarga de trabajo.