Desde El gran pez hasta Sweeney Todd, pasando por Frankenweenie y El cadáver de la novia, cuando Tim Burton está en su mejor momento, sus películas son brillantes, creativas y casi mágicas. Ahora, con el estreno de su más reciente proyecto, Merlina, serie de Netflix protagonizada por Jenna Ortega, resulta oportuno recuperar una anécdota de 2005 que evidencia su postura imaginativa e inventiva.
Para su película Charlie y la fábrica de chocolate, el director solicitó ardillas reales (100, para ser exactos) para una escena fundamental en el departamento de clasificación de nueces en la fábrica de chocolate de Willy Wonka (Johnny Depp), donde las ardillas aparecen encaramadas en diminutos taburetes donde evalúan cada nuez tanto por el olor como por el sonido.
Burton, que trabajó con chimpancés entrenados en El planeta de los simios y caballos de carne y hueso en El jinete sin cabeza, tuvo que conformarse con sólo 40 roedores para la escena, que fueron multiplicados y aumentados con animatrónicos, gráficos por computadora y otros procesos durante la postproducción.
El entrenador de animales Mike Alexander de Birds & Animals, Ltd. y un equipo de cuatro entrenadores pasaron 19 semanas trabajando con sus animales, algunos de los cuales procedían de casas particulares en Inglaterra y otros de refugios locales. Aunque las ardillas eran inteligentes e inmensamente fotogénicas, entrenarlas volvió un poco locos a sus maestros, a diferencia del director de Beetlejuice y El joven manos de tijera, quien siempre se mostraba alegre y confiado en que su equipo lo lograría.
Las primeras tres semanas de entrenamiento se dedicaron a hacer que los animales se sintieran cómodos dejando sus jaulas y sentándose con sus instructores. Luego, los entrenadores presentaron a las ardillas accesorios y un truco: recoger una nuez y ponerla en un recipiente de metal. Esto implica que, en un principio, ninguno de los integrantes del elenco (incluyendo a Julia Winter, Freddie Highmore, Helena Boham Carter o Christopher Lee) trabajó de cerca con los animales.
Cada uno de los 40 curiosos roedores recibió su propio nombre, y no pasó mucho tiempo antes de que los entrenadores descubrieran que las pequeñas criaturas tenían talentos y personalidades únicas. Pasaron 10 semanas en total filmando la famosa "escena de la nuez", descrita en el clásico libro infantil de Roald Dahl, también autor de Matilda y Las brujas.