Con sus constantes referencias bíblicas y su intrincado árbol genealógico, Dark, la intrincada y fascinante serie alemana de Jantje Friese y Baran bo Odar, requirió tres temporadas para convertirse en uno de los mayores éxitos de Netflix. Dos años después del final, sus creadores están de regreso con una nueva y ambiciosa propuesta que deberá soportar el enorme peso de las expectativas que caen sobre sus hombros.
1899, que cuenta con las actuaciones de Emily Beecham, Aneurin Barnard, Anton Lesser y Mathilde Ollivier, hace exactamente lo que promete: ofrecer un acertijo alucinante que mantiene a la audiencia tratando de resolver los enigmas y misterios hasta el último suspiro, mientras la historia da vueltas y giros inesperados. A lo largo de sus ocho episodios, Friese y bo Odar evidencian su talento para explorar la tragedia humana, incluso si a veces el misterio está por encima del crecimiento del personaje.
La serie, ambientada en el siglo XIX, sigue a los pasajeros a bordo del barco Cerbero, cuyos tripulantes viajan de Europa a América para comenzar una nueva vida. Pronto se abre la conversación sobre un barco desaparecido llamado Prometeo (mismo nombre de la nave espacial protagonista en Prometheus de Ridley Scott) que no se ha visto en cuatro meses. Al poco tiempo comienzan a ocurrir sucesos perturbadores y enigmáticos que aumentan cuando están frente a ese barco de vapor que se creía perdido.
Uno de los primeros referentes proviene de la mitología griega. El barco principal lleva el nombre del enorme perro de tres cabezas que servía a Hades, dios de los muertos, como el guardián que dominaba las puertas del inframundo, encargado de evitar que aquellos atrapados allí salieran. Incluso, en la película de 1981, Furia de titanes, donde Laurence Olivier es Zeus, hay una reinterpretación muy puntual de esta criatura mitológica.
Si bien estamos ante una obra de ficción, hubo una serie de barcos reales que desaparecieron durante el siglo XIX. El 19 de mayo de 1845, el HMS Erebus y el HMS Terror, con casi 110 personas a bordo, se dirigieron al Polo Norte, pero ninguno regresó con vida. Fue hasta 1850 cuando se encontraron los primeros restos y vestigios. Poco después, los testimonios de los inuits, pobladores del Ártico, ayudaron a armar el rompecabezas. Todo indicaba que los barcos habían sido aplastados por el hielo.
En entrevista con Deadline, el también director de Noche de venganza comparte que otro elemento de la vida real que sirvió como inspiración es el Brexit: "Realmente tenía que ser una colaboración europea, no sólo del elenco sino también del equipo. Sentimos que, con los últimos años de Europa en declive, queríamos dar un contrapunto al Brexit y al nacionalismo en ascenso en diferentes países, para volver a esa idea de Europa y los europeos trabajando y creando juntos".