Como ocurrió hace años con Game of Thrones, los domingos por la noche volvieron a ser sagrados y semi religiosos. Pero esta vez la reunión de los fans no fue para celebrar el cumpleaños de nuestra querida Khaleesi, sino para ver el final de temporada de House of the Dragon, porque sí, aunque no lo creas coincidió con el cumpleaños 36 de Emilia Clarke. ¿Acaso fue una señal sútil de que los Targaryen merecen ser celebrados?
La verdad es que sí, porque todos coincidimos en que el Trono de Hierro le corresponde a Rhaenyra, quién ha portado el título Targaryen con dignidad. Si estás en desacuerdo con esta afirmación, seguramente eres más odioso que Ser Criston Cole (Fabien Frankel) o simplemente te gusta ver el mundo arder como a Aemond (Ewan Mitchell).
Para este punto sobra decir que en SensaCine Latam somos team negros y como a muchos, este último episodio nos ha dejado con la piel chinita. Pero tranquilos, dejaremos nuestra rivalidad a un lado para explicar qué es lo que acabamos de ver y por qué no podemos disimular nuestro llanto.
Vayamos por partes, el capítulo anterior nos dió varios momentos que parecían sacados de una película de Shrek. Pero fuera de esto, ocurrieron toda clase de eventos que nos presagiaron lo que ocurriría en los Siete Reinos.
Para empezar, en su lecho de muerte el Rey Viserys I (Paddy Considine) tiene un sueño y entre susurros menciona a un próximo heredero del reino llamado Aegon el conquistador, Rhaenyra (Emma D'Arcy) piensa que se refiere a ella mientras que Alicent (Olivia Cooke) aprovecha la confusión para asegurar que Aegon II es el nuevo heredero, pero ¡oh sorpresa!
Para quienes han visto Game of Thrones, saben que la profecía se refiere más bien al príncipe prometido, así es, Jon Snow (Kit Harington). Sin embargo, está confusión pondrá a Westeros de cabeza, ya que hay dos Targaryen que aseguran ser los reyes, aunque sabemos que el Trono de Hierro le corresponde legítimamente a Rhaenyra.
Aún así, Alicent y su despreciable padre, Otto Hightower (Rhys Ifans), deciden coronar a Aegon en Desembarco del Rey y aunque "la reina que no fue" tiene la oportunidad de destruirlos con un Dracarys, decide ir con los reyes de Rocadragón para advertirles lo que está ocurriendo.
Aún con las terribles noticias, Rhaenyra mantiene la compostura y antes de dar inicio a la guerra, piensa en una estrategia para mantener a los Siete Reinos unidos en la que se presente la menor cantidad de muerte posible. Esta decisión hará que se gane el respeto y admiración de Rhaenys, y por tanto, la lealtad de La Serpiente Marina (Steve Toussaint).
Por el contrario, Daemon (Matt Smith) está dispuesto a atacar y desatar una guerra liderada por dragones. Y aunque nos cautivó cantando en alto valyrio debemos decir que la aparición de Vermithor no pinta nada bien, porque eso solo es una señal de que uno de los dragones más legendarios se unirá a los negros y todos sabemos que ocurre cuando estas criaturas se involucran en las guerras: solo hay destrucción.
Con esta decisión, Daemon demuestra que seguirá sus propios pasos y hará a un lado las indicaciones de Rhaenyra, quién en un principio nos dio indicios de que estaba dispuesta a negociar con Alicent por el cariño que aún se tienen. Todo cambia de rumbo a partir del encuentro entre Lucerys y Aemond, quiénes en una desenfrenada persecución con sus dragones, terminan dándonos una de las muertes más dolorosas.
Y aquí es donde vamos a detenernos un poco, la rivalidad entre ambos príncipes se propició desde las acusaciones de Alicent al llamar a los hijos de Rhaenyra y Laenor bastardos, la cuál culminó con la pérdida del ojo de Aemond. Ahora en Bastión de Tormentas, el heredero de Driftmark se sintió amenazado por la presencia de Vhagar y su vengativo jinete, quién solo buscaba darle un sustito.
Sin embargo, ambos se confiaron en su dominio de alto valyrian y sin esperarlo, perdieron el control de sus dragones, quienes comenzaron a actuar por instinto, al punto en que Luke y su dragón Arrax quedaron hechos añicos con una sola mordida. Con esto, la frase inicial que le dice su madre se cumple: “No escogemos nuestro destino Luke. Él nos escoge”.
Esto nos demostró que los dragones no obedecen completamente a un jinete y su poder es más grande que lo que cualquier humano imagina, incluso Daemon está preparando su propia guerra sin saber lo que le depara.
La muerte de Lucerys ha provocado algo mucho más grande. Rhaenyra está enfurecida y la clemencia que había guardado hasta ese momento se ha desmoronado, lo único que queda es luchar por lo que le han arrebatado y esto solo significa una cosa: la Danza de los dragones ha comenzado.
La próxima temporada deberá explorar el viaje de Jacaerys 'Jace' Velaryon a Nido de Águilas para tratar con la Dama del Valle; luego a Puerto Blanco, para ganarse a lord Maderly y finalmente a Invernalia para hablar con Cregan Stark. Esto para conseguir más aliados que luchen por la corona de su madre.
Y cómo olvidarnos de la muerte de Rhaenys al enfrentarse ante Aegon II (Tom Glynn-Carney) y su dragón, Fuegosolar en una batalla en la que también participó la temible Vhagar, lo cual terminó por provocar más tragedias y le dio un giro inesperado al rey de Westeros.