Con una sensibilidad emocional, una dirección impecable e interpretaciones memorables, esta película nos recuerda que los clásicos no nacen sólo de la nostalgia, sino de historias que resuenan profundamente con la experiencia humana.
Cada 25 de diciembre, millones de familias alrededor del mundo se reúnen para disfrutar de los clásicos navideños que llenan de alegría, nostalgia y reflexión estas fechas. Películas como Mi pobre angelito, El Grinch o Milagro en la Calle 34 se han convertido en tradiciones festivas. Sin embargo, esta Navidad, una nueva propuesta se posiciona como un imprescindible en la lista de visionados: Los que se quedan, una obra que, a pesar de su reciente estreno en 2023, ya se perfila como un clásico instantáneo.
Disponible en Max, ‘Los que se quedan’ es la opción perfecta para el 25 de diciembre
Ambientada en el invierno de 1970 y disponible en Max, Los que se quedan recrea con maestría el estilo visual y narrativo del cine de esa época. Alexander Payne, director de la película, logra una atmósfera única, desde los detalles de producción hasta un logotipo retro de Focus Features que da inicio a este viaje al pasado. Aunque defiende una estética que desafía las tendencias del cine contemporáneo, la película también abraza los tropos clásicos de las historias de Navidad, como el valor de la conexión humana y las segundas oportunidades.
En el centro de la historia está Paul Hunham, interpretado magistralmente por Paul Giamatti. Este maestro de civilizaciones antiguas, rígido y profundamente amargado, comparte con sus estudiantes una cita de Cicerón que resume el corazón de la película: "Non nobis solum nati sumus" (“No nacemos solo para nosotros mismos”). Esta lección inicial da pie a una trama que explora las vidas de tres almas solitarias: el propio Hunham, un joven estudiante llamado Angus Tully y Mary Lamb, la cocinera de la escuela.
La relación entre estos personajes comienza de forma tensa y distante, especialmente entre Hunham y Angus, interpretado por Dominic Sessa en un debut destacado. Angus, un estudiante problemático abandonado por su madre durante las vacaciones navideñas, ve en su maestro una figura antagónica. Sin embargo, Payne utiliza la convivencia obligada entre ambos para profundizar en sus heridas personales y tejer una historia sobre redención y aceptación mutua.
Uno de los aspectos más conmovedores de Los que se quedan es Mary Lamb, interpretada por Da’Vine Joy Randolph. Mary, una de las pocas empleadas afroamericanas en un entorno predominantemente blanco, trabaja en la escuela donde su hijo fallecido pasó sus últimos años. Su historia aporta un componente emocional que equilibra la dureza de los otros personajes, convirtiéndose en el eje que impulsa el crecimiento de Angus y Hunham.
Además de las complejas dinámicas humanas, la película también destaca por su impecable diseño de producción. Desde los pasillos de la academia Barton hasta un nostálgico viaje a Boston, la ambientación captura con autenticidad la estética de los años setenta. Esta precisión visual, combinada con una pulcra fotografía de Eigil Bryld, crea un ambiente que envuelve al espectador en la melancolía y el espíritu navideño de la época.
Los que se quedan es, en esencia, una historia sobre el duelo, la soledad y la esperanza. Aunque puede parecer sombría en momentos, la película encuentra su fuerza en los pequeños gestos de bondad y en las conexiones que surgen en los lugares más inesperados. Es una celebración de las segundas oportunidades y de la capacidad humana para superar el pasado y abrazar el presente.