Quien han visto a 'El Grinch' ahora como adultos han notado que no todo lo que pasaba en las escenas era precisamente hecha para los niños.
Probablemente, El Grinch de Jim Carrey sea la versión más famosa del cuento clásico del Dr. Seuss. En el año 2000, el actor de La máscara se transformó en el ser verde y peludo que odia a la Navidad, siendo el primer live-action del escritor de libros infantiles, que más tarde daría paso a El gato con Mike Myers. Desde entonces, la película que estuvo a cargo de Ron Howard se convirtió en un clásico familiar para la temporada decembrina.
La película en sí es hermosa de ver, con la construcción del mágico mundo de Villa Quién que se presentó de manera vívida y vibrante. Por supuesto, la presencia de Jim Carrey como el Grinch es excelente, en un papel que fue mucho más exigente físicamente de lo que uno esperaría. Sin embargo, como ocurre con muchas cintas, quienes la han visto ahora como adultos han notado que no todo lo que pasaba en las escenas era precisamente hecha para los niños.
En El Grinch existe una secuencia que únicamente los mayores de edad han podido comprender. Este momento ocurre cuando se cuenta el origen de la criatura verde, quien siendo apenas un bebé, llega a las vidas de dos mujeres que fungen como sus madres. Antes de ser descubierto en una noche helada de invierno, se puede apreciar que en la casa donde llega el Grinch está teniendo lugar una celebración muy peculiar en la que el placer es el invitado especial.
Pocos se han percatado que en El Grinch se celebra una "fiesta de llaves". Para los más inocentes, esta práctica es un intercambio de parejas en el que se colocan varias llaves en una pecera, y una vez que se han introducido todas, los asistentes de la fiesta meten la mano y cogen un par de llaves. La sorpresa es que al final, la persona cuyas llaves eligen es con la que se van a casa. A estas fiestas también se le conocen como swingers, donde asisten personas solteras, pero también parejas casadas que quieren disfrutar de otra pareja.
La pecera no es el único momento "clasificación C" para los niños de El Grinch. A medida que la cámara se mueve hacia la pecera, es posible ver a una mujer montada en la espalda de un hombre, dándole palmadas en el trasero en un juego presuntamente sexual. A esto le sigue un hombre que es perseguido por una mujer lujuriosa, en busca de un dulce amor de alguien vestido de doctor. Quién habría imaginado lo que escondía El Grinch en algunas de sus escenas.