La película navideña más larga de la historia que en 201 minutos cuestiona el sentido de la celebración
Interesado en las religiones del mundo y especialista en arte sacro medieval, mis géneros favoritos son las épicas de fantasía al estilo 'El señor de los anillos', 'Valhalla Rising' y 'El caballero verde', así como el terror religioso de 'El exorcista', 'Saint Maud' y '30 monedas'.

Entre luces y regalos, el cine navideño suele evocar alegría y unión. Sin embargo, esta monumental película desafía esta tradición al combinar diálogos filosóficos y tensiones aristocráticas que cuestionan las bases de la celebración navideña.

En estas fechas, las películas navideñas como Mi pobre angelito, El regalo prometido, El Grinch y Milagro en la Calle 34 se convierten en rituales infaltables para millones de personas. Estas cintas, llenas de humor, magia y lecciones de vida, capturan la esencia festiva que caracteriza esta época del año.

Sin embargo, la Navidad también ha inspirado producciones cinematográficas menos convencionales que exploran los matices oscuros de estas celebraciones. Ejemplos como el thriller erótico Ojos bien cerrados, el horror clásico de Black Christmas o el humor negro de Gremlins muestran que esta temporada puede ser reinterpretada desde ángulos inesperados y provocadores.

‘Malmkrog’: ¿Una celebración o una crítica a los ideales navideños?

Entre estas propuestas inusuales destaca Malmkrog, una obra monumental por su duración y profundidad. Con 201 minutos, esta película no solo rompe con los esquemas de las narrativas tradicionales navideñas, sino que invita a reflexionar sobre el sentido de la celebración desde perspectivas filosóficas y sociales.

Dirigida por Cristi Puiu, cineasta de la Nueva Ola Rumana y reconocido por La muerte del señor Lazarescu, Malmkrog nos traslada a una mansión rural donde un grupo de aristócratas rusos se reúne para una lujosa cena. Durante esta reunión, los personajes discuten sobre temas filosóficos inspirados en La guerra y el cristianismo: Las tres conversaciones de Vladimir Solovyov. La acción transcurre principalmente en tres habitaciones, y el ritmo pausado se complementa con diálogos que parecen extraídos directamente del texto original.

A pesar de su aparente simplicidad visual, la película es un ejercicio de cine reflexivo y contemplativo que exige paciencia y atención. Dividida en cinco capítulos, cada uno dedicado a un personaje, Malmkrog profundiza en las personalidades y contradicciones de sus protagonistas: desde Nikolai (Frédéric Schulz-Richard), el dueño de la mansión, hasta sus invitados, como el arrogante Edoard (Ugo Broussot) o la apasionada Ingrida (Diana Sakalauskaité).

El estilo visual de Puiu se basa en tomas largas, cortes limitados y una cinematografía que resalta los detalles de época. La iluminación con velas, los elaborados trajes y las costumbres de los personajes transportan al espectador a una época de opulencia y ritualidad, mientras que el contraste entre los aristócratas y sus silenciosos sirvientes subraya las divisiones sociales del momento.

Malmkrog no es para todos los gustos; su duración y estilo la convierten en una experiencia desafiante. Cuando se estrenó en el Festival de Berlín a principios de 2020, la película provocó abandonos masivos, pero para quienes se quedaron, las sorpresas narrativas, como un colapso repentino o el eco de una guerra inminente, ofrecieron momentos reveladores.

Con su audaz propuesta, Malmkrog redefine las expectativas de lo que puede ser una película navideña, cuestionando los significados de las tradiciones, el privilegio y la humanidad misma en el contexto de la celebración. Una obra que, aunque polarizante, bien podría valer cada uno de sus 201 minutos.

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