Uno de los momentos que les ha llamado la atención de 'Cien años de soledad', es la escena donde inicia una lluvia de flores amarillas.
Después de durante mucho tiempo se pensaba que adaptar esta historia era imposible, Netflix ha hecho lo impensable con Cien años de soledad. La producción basada en la icónica novela homónima de Gabriel García Márquez ya se encuentra disponible en el repertorio gigante del streaming con los primeros ocho capítulos. Bajo la dirección de Alex García López y Laura Mora Ortega, la emblemática novela del Premio Nobel de Literatura pudo con las dificultades de llevar a la vida cada detalle de sus páginas, incluida la recreación de Macondo, el emblemático lugar donde tiene lugar Cien años de Soledad.
La serie, que ahora está dentro del Top 10 de los más visto de Netflix, ha sido analizada por todos aquellos que han leído la obra que pertenece al género del realismo mágico. . Para quienes no lo saben o no lo recuerdan, este detalle tiene un significado especial.
Todo ocurre durante el capítulo número ocho de la serie, el cual lleva por título "Tantas flores cayeron del cielo". En este pasaje, el público se enfrenta a la muerte de José Arcadio Buendía, interpretado por Marco Antonio González en su versión más joven y Diego Vásquez en su etapa adulta. Como era de esperarse, la partida del patriarca tiene un efecto en todo Macondo, aunque más en su núcleo familiar.
Tras el fallecimiento del fundador de Macondo, una lluvia de flores amarillas se hace presente en todo el pueblo. Aunque este elemento puede tener múltiples significados, como la transformación y el de un desastre cercano, la realidad es que existe un simbolismo más extenso si se toma en cuenta lo que las flores amarillas representaban para el escritor colombiano. De acuerdo con el "Centro Gabo", un proyecto que rinde honores a la memoria del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, para el literato las flores amarillas tenían un concepto distinto.
Según el Centro Gabo, cuando el escritor tenía alrededor de ocho años, su abuelo materno, el coronel Nicolás Márquez, le reveló que las flores de este color eran un símbolo de la buena suerte. Así, para honrar la memoria del padre de su madre, el colombiano siempre tuvo en su escritorio un ramo de rosas amarillas mientras escribía su aclamada novela. La encargada de llevar flores frescas a la mesa de García Márquez era su esposa, Mercedes Barcha.
"La flor amarilla de García Márquez, la de la prosperidad y los mejores augurios, es un santo y seña de una generación consagrada de poetas y escritores. Pensar en ella es pensar en el lugar en donde pueden encontrarse todas las ficciones", se puede leer en el sitio de internet de Sitio Gabo. Este detalle acompañó al colombiano durante toda su vida, incluso cuando recibió el Premio Nobel, momento en el que llevó una flor amarilla en su bolsillo para atraer la buena fortuna.