El director mexicano, admirado por su mundos de terror y fantasía, enfrentó uno de los momentos más oscuros de su vida tras su experiencia con ‘Mimic’. Cuando todo parecía perdido, apareció un aclamado cineasta como un auténtico salvavidas.
Con un enfoque en temas oscuros como la guerra, el fascismo y las figuras de autoridad corruptas, el director mexicano Guillermo del Toro combina el horror y la fantasía para explorar miedos tan humanos como monstruosos. Su cine no solo asusta, sino que también reflexiona sobre la realidad a través de criaturas insólitas y mundos sobrenaturales, logrando obras tan admiradas como El laberinto del fauno y La forma del agua.
El desastroso proyecto que casi hizo que Guillermo del Toro abandonara el cine
A pesar de su éxito actual, la carrera de del Toro no siempre fue una trayectoria ascendente. Su incursión en Hollywood lo llevó a proyectos complicados, específicamente Mimic, una de sus películas menos recordadas y probablemente la más difícil de su carrera. Esta obra, aunque tiene sus méritos como thriller de criaturas, representa el momento en que el director perdió el control creativo a manos de ejecutivos que diluyeron su visión. La experiencia de trabajar bajo las órdenes de Harvey Weinstein fue devastadora, especialmente porque coincidió con una crisis personal que casi lo aleja del cine.
El lanzamiento de Mimic en 1997 no solo marcó un golpe en la carrera de del Toro, sino también en su vida personal. En medio de esta experiencia amarga, el director sufrió el secuestro de su padre en Guadalajara, un evento que lo dejó emocionalmente exhausto. La presión en Hollywood era intensa y los Weinstein se encargaban de hablar mal de él en toda la industria, dejándolo prácticamente al borde de renunciar a su sueño de hacer cine. Fue en este contexto que apareció Pedro Almodóvar, quien se convertiría en un apoyo fundamental para el cineasta mexicano.
Almodóvar, quien había visto Cronos en el Festival de Cine de Miami, quedó tan impresionado con la ópera prima de del Toro que le ofreció una oportunidad en España. Según compartió del Toro en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), Pedro le dijo: “Si alguna vez quieres rodar en España, llámanos a mí y a mi hermano”. Este ofrecimiento se convertiría en la tabla de salvación que necesitaba cuando todo parecía perdido en Hollywood.
Decidido a recuperar su voz artística, del Toro decidió probar suerte en España, donde adaptó y rodó El espinazo del diablo, una historia que había escrito en uno de los momentos más oscuros de su vida. Bajo la producción de Pedro y Agustín Almodóvar, y con la libertad creativa que tanto anhelaba, el director pudo realizar una película que lo devolvería al centro de la industria cinematográfica, revitalizando su carrera y su pasión por el cine.
Durante la misma entrevista en el TIFF, el director de La cumbre escarlata y Pinocho expresó su profunda gratitud hacia Almodóvar, a quien describió como la persona que literalmente le "salvó la vida". En medio de la crisis por el secuestro de su padre, Pedro le aconsejó: “No te dejes secuestrar con tu padre. Escribe. Despiértate y escribe todas las mañanas, y luego lidia con el secuestro por la tarde”. Este consejo fue decisivo para que del Toro encontrara consuelo y claridad en la escritura, ayudándolo a mantenerse enfocado y a superar esa difícil etapa.
Años después, del Toro recuerda que el proceso de creación de El espinazo del diablo fue uno de los más gratificantes de su vida, en parte gracias al apoyo inquebrantable de los Almodóvar. Según sus propias palabras, el director considera que esta película es su verdadera primera obra, ya que fue a través de ella que recuperó su identidad como cineasta.