La costumbre de ver contenido en casa ha influido profundamente en la manera en que vivimos y compartimos nuestros espacios, y plantea un futuro donde los momentos familiares alrededor de la mesa pueden ser cada vez más escasos.
Oscar Wilde escribió que “tras una buena cena, uno ya no le guarda rencor a nadie, ni siquiera a su propia familia”. Aunque esta afirmación pueda sonar lejana a nuestras preocupaciones actuales, en realidad refleja una situación que hoy se manifiesta de otra manera en los hogares modernos, marcados por el auge de las plataformas de streaming como Netflix y la transformación de los espacios de convivencia.
Una investigación de la Asociación de Arquitectos de Estados Unidos reportó en junio una tendencia a la desaparición de las tradicionales salas de comedor, y los maratones de series (ya sea Stranger Things, The Crown o El juego del calamar) y películas (como El irlandés de Martin Scorsese o Bardo de Alejandro González Iñárritu) han acelerado este fenómeno. La posibilidad de consumir series sin interrupciones a cualquier hora ha transformado nuestros hábitos, haciendo del sofá el nuevo centro de la vida cotidiana y del ritual de ver televisión en serie una actividad predominante en muchos hogares.
¿Adiós al comedor? El impacto de Netflix en la arquitectura de los hogares
El sofá, que alguna vez fue solo un mueble auxiliar, es ahora el corazón de la experiencia audiovisual. Los fabricantes de muebles han aprovechado este cambio y ofrecen ahora diseños especialmente adaptados al consumo prolongado de contenido: sofás modulares, reposacabezas ajustables, compartimentos para botanas y control remoto, entre otros. La comodidad del espectador se ha convertido en el objetivo principal, y el diseño de interiores ha evolucionado para crear espacios exclusivamente pensados para el streaming.
Así, los arquitectos de interiores han comenzado a rediseñar las habitaciones y los espacios de las casas, colocando el televisor en el centro y utilizando iluminación tenue, acústica mejorada y espacios de almacenamiento ocultos para evitar distracciones. De esta forma, la configuración de los hogares se ha transformado, y la sala tradicional se convierte en un espacio totalmente dedicado al entretenimiento en casa.
Este cambio tiene, además, un impacto significativo en el diseño de las nuevas construcciones. Los desarrolladores inmobiliarios están incluyendo cada vez más “salas multimedia”, espacios específicamente diseñados para ver películas y series, en lugar de priorizar comedores o zonas de convivencia familiar. Estas áreas, en muchas ocasiones, se conciben como cápsulas de comodidad que, sin embargo, desplazan otros espacios sociales dentro del hogar.
Si bien esta evolución responde a las nuevas demandas de confort, también abre preguntas sobre nuestras interacciones familiares. Al centrarse en la experiencia individual o en grupos pequeños, ¿no estaremos dejando de lado los espacios de convivencia y reduciendo nuestras relaciones sociales? El sofá, antes símbolo de reunión y convivencia, podría estar convirtiéndose en un espacio de aislamiento.