Hace 30 años ‘Volver al futuro 2’ predijo el futuro con un chiste que ilustra brillantemente el cine actual
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

La segunda entrega de la famosa franquicia de ciencia ficción sorprendió al mundo con su visión futurista de 2015. Entre videollamadas y televisores de pantalla plana, la película hizo una predicción acertada sobre la industria cinematográfica.

Dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Michael J. Fox y Christopher Lloyd, la película de 1985, Volver al futuro, llevó a los espectadores a un emocionante viaje en el tiempo, combinando ciencia ficción, humor y un gran sentido de aventura. Su éxito fue tal que rápidamente se convirtió en una trilogía, siendo la segunda entrega, Volver al futuro 2 (1989), la que cautivó al público con su visión futurista del 2015. Aunque muchas de las predicciones tecnológicas de la película se hicieron realidad, hubo una en particular que destacó por su ingeniosa crítica a la industria cinematográfica.

En Volver al futuro 2, Marty McFly viaja al futuro y se encuentra en un 2015 lleno de avances sorprendentes como videollamadas, televisores de pantalla plana y gafas inteligentes. Sin embargo, una de las escenas más memorables ocurre cuando Marty se topa con un holograma gigante de un tiburón, promocionando la ficticia película Tiburón 19. Este momento, aunque humorístico, escondía una crítica aguda a la creciente tendencia de Hollywood de producir interminables secuelas.

¿Cómo ‘Volver al futuro 2’ cuestionó el auge de las franquicias cinematográficas?

El hecho de que Tiburón 19 fuera dirigida por un supuesto Max Spielberg es una referencia directa al célebre director Steven Spielberg, amigo de Zemeckis. En 1987, dos años antes del estreno de Volver al futuro 2, la saga Tiburón había lanzado su cuarta película, lo que ya sugería una saturación de franquicias en la industria. El chiste sobre Tiburón 19 no solo era una sátira, sino también una advertencia de lo que vendría en el cine de las décadas siguientes: secuelas interminables.

Durante los años 80, la industria del cine comenzó a explotar cada vez más las franquicias, estrenando múltiples entregas de sagas como Superman y Pesadilla en la calle del infierno. No obstante, esta estrategia comercial, aunque lucrativa, a menudo resultaba en una disminución en la calidad de las películas. Títulos como Superman 4: En busca de la paz o Viernes 13 - Parte VII son ejemplos claros de cómo estas secuelas, a veces, parecían más motivadas por el afán comercial que por la calidad narrativa.

Hoy en día, el fenómeno de las secuelas y franquicias se ha intensificado aún más. Ejemplos contemporáneos como Rápido y Furioso, con más de diez películas, o Saw: Juego macabro, que acumula una decena de entregas, muestran cómo Hollywood ha abrazado completamente la producción en masa de franquicias. Además, el resurgimiento de sagas clásicas con secuelas tardías, como Alien: Romulus, demuestra que la industria sigue apostando por revivir historias pasadas.

A esta tendencia se suman los universos cinematográficos, donde las películas están interconectadas dentro de una misma narrativa. El universo cinematográfico de Marvel, inaugurado en 2008 con Iron Man, es el caso más representativo, con más de 30 películas y series desde 2008 hasta la fecha. Este modelo ha redefinido la manera en que el público consume cine, obligando a los espectadores a invertir tiempo y esfuerzo para seguir el hilo de un universo en constante expansión.

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