Este mediometraje pionero recreó con fidelidad los momentos clave del inicio de la lucha independentista, convirtiéndose en un hito cinematográfico que retrató la historia de México de manera única y trascendental.
A lo largo de la historia del cine mexicano, la Independencia de México ha sido un tema recurrente que ha permitido explorar las raíces y la identidad nacional. La representación cinematográfica del suceso histórico ha oscilado entre la precisión documental y las recreaciones dramáticas. Filmes como El insurgente (1941) y La virgen que forjó una patria (1942) utilizaron recursos narrativos como la voz en off y el flashback para vincular los eventos de la Independencia con otros momentos cruciales de la historia del país, como la Reforma y la Revolución.
Entre estas primeras obras destaca El grito de Dolores o La independencia de México (1907), dirigida por Felipe de Jesús Haro. Esta película pionera ofreció una visión épica del inicio del movimiento independentista. Dividida en siete actos, la cinta retrataba los momentos más importantes del levantamiento iniciado por Miguel Hidalgo, desde la conspiración hasta el famoso grito en Dolores. Aunque muchas de las películas posteriores utilizarían recursos más avanzados, El grito de Dolores sentó las bases de la cinematografía histórica en México.
La primera película que retrató la independencia de México
La película de Haro, aunque primitiva en términos técnicos, fue innovadora por su uso de actores detrás de la pantalla que daban voz a los personajes en momentos clave, convirtiéndola en una de las primeras películas "habladas" en la historia del cine mexicano. Este detalle, combinado con la filmación en locaciones históricas como Dolores Hidalgo y San Miguel Allende, le otorgaba un aire de autenticidad que buscaba acercarse a la "verdad histórica". Para la época, la recreación de estos eventos patrióticos era especialmente significativa, pues las celebraciones del Centenario de la Independencia estaban cada vez más cerca, y el país se preparaba para conmemorar sus cien años de libertad.
Si bien la película apenas dura treinta minutos y ha llegado hasta nuestros días de manera fragmentada, algunos de sus momentos clave sobreviven en el documental Memorias de un mexicano (1950) de Carmen Toscano. En estos fragmentos, se puede ver a Hidalgo y Allende arengando al pueblo y levantando el estandarte de la Virgen de Guadalupe, una imagen que se convertiría en un símbolo eterno de la lucha por la independencia.
Una de las características más notables de El grito de Dolores es su capacidad para capturar la atmósfera de fervor y esperanza que rodeaba al movimiento independentista. El cine de aquella época, a pesar de sus limitaciones técnicas, trataba de ser un vehículo para la educación y el patriotismo. Haro, apoyado por el empresario Luis Lillo, logró transmitir ese espíritu a través de una narrativa visual que glorificaba a los líderes del movimiento y ofrecía una lección de historia a las audiencias.
A 117 años de su estreno, El grito de Dolores o La independencia de México sigue siendo un testimonio valioso de los primeros esfuerzos por retratar la historia de México en la pantalla grande. Aunque hoy sólo queden fragmentos, su influencia y su lugar en la historia del cine mexicano la convierten en una obra digna de recordarse, no solo por lo que representa, sino por haber sido una de las primeras películas en llevar a los héroes de la independencia a la gran pantalla.