Un inquietante relato que explora las ansiedades del embarazo desde una perspectiva oscura y sobrenatural. Este filme combina horror psicológico y folklore escandinavo para narrar una aterradora lucha por la autonomía femenina.
El terror se apodera de la cartelera con una oferta de títulos que promete escalofríos y emociones intensas. Desde el esperado regreso de Tim Burton con Beetlejuice 2, hasta el inquietante mundo de Horrorland de Simon Sandquist, los amantes del género encontrarán múltiples razones para temblar en la butaca. En esta selección también se encuentran Alien: Romulus de Fede Alvarez, una nueva incursión en la saga de ciencia ficción, y Longlegs de Oz Perkins, que explora los oscuros y perversos rincones del mal.
En este vasto panorama, Pesadilla maligna (que podrás disfrutar en Cinépolis y Cinemex a partir de este jueves 12 de septiembre) se presenta como una obra que combina elementos clásicos del género con temas profundamente contemporáneos. Inspirada en el concepto original de "pesadilla" como un "incubo de la noche", la película juega con la angustia que provoca la parálisis del sueño, un trastorno donde la víctima no puede moverse o hablar al despertar y suele experimentar alucinaciones aterradoras. Esta metáfora se convierte en un vehículo para explorar la lucha de las mujeres por controlar sus propios cuerpos.
Una pesadilla nórdica: cuando el embarazo se convierte en un auténtico horror
La trama sigue a Mona, interpretada por Eili Harboe, una joven que se muda a un apartamento en mal estado junto a su novio Robby (Herman Tømmeraas). A partir de ese momento, sus noches son dominadas por sueños terroríficos en los que su pareja se convierte en un demonio seductor que la atormenta. Las visiones se agravan tras descubrir que está embarazada, no de Robby, sino de la entidad demoníaca que aparece en sus pesadillas. La lucha de Mona por abortar se convierte en una metáfora de las dificultades que enfrentan muchas mujeres al tratar de ejercer sus derechos reproductivos.
A medida que los sueños de Mona se vuelven más oscuros y violentos, su relación con Robby también se deteriora. Este, inicialmente escéptico, se convierte en un obstáculo más para Mona, reforzando la sensación de aislamiento y falta de apoyo que ella experimenta. La película sigue un esquema similar al de una historia de posesión, pero con un enfoque mucho más psicológico y realista, mostrando cómo los hombres en la vida de Mona, desde su pareja hasta los médicos, actúan como barreras en su camino hacia la autodeterminación.
La influencia de clásicos del terror, como El bebé de Rosemary, es evidente en Pesadilla maligna. Ambos filmes abordan el embarazo como una experiencia que puede ser manipulada por fuerzas externas, transformando el acto de dar vida en algo siniestro y destructivo. Mientras que en la obra de Roman Polanski el terror surge del descubrimiento de que el hijo es el Anticristo, en la más reciente película de Kjersti Helen Rasmussen el miedo se deriva del control perdido sobre el propio cuerpo y del fracaso de los intentos de aborto, lo que refuerza la sensación de desesperación y falta de autonomía.
La película no se detiene en la simple construcción del miedo psicológico, sino que ofrece una reflexión más profunda sobre las percepciones sociales del embarazo no deseado y la autonomía corporal. Como en los poemas de Sylvia Plath o incluso en la extraordinaria película mexicana Huesera de Michelle Garza Cervera, se muestra la alienación y la disociación que pueden acompañar a la maternidad (deseada o no deseada). Para Mona, el embarazo representa una amenaza a su derecho a decidir, una carga impuesta por una sociedad que no escucha su voz.