Es una de esas películas cuya producción fue sumamente costosa y ni siquiera tuvo oportunidad para recuperar algo de lo perdido porque jamás se estrenó.
En 2009 James Cameron estrenó una de las películas más caras y con mayor recaudación en taquilla que tiene la ciencia ficción. Avatar tuvo un presupuesto de 237 millones de dólares y acumuló más de 2 mil 900 millones a nivel mundial al mismo tiempo que su gran historia desarrollada en Pandora llamó la atención en cada rincón del globo tanto por la narrativa y la impresionante calidad visual del mundo habitado por Neytiri (Zoe Saldana) y los Omaticaya.
Entre las muchas miradas que cautivó, y que le garantizaron la oportunidad de extenderse a Avatar: El camino del agua y otras tres entregas planeadas para la franquicia, el magnate chino Jon Jian se enamoró de la producción de Cameron, por lo que juntó sus millones y comenzó a desarrollar su propia historia. Motivado por las luces, efectos y grandes escenarios de la película de ciencia ficción escribió una historia y reunió a un equipo de producción trayendo como primera pieza importante a Randall Frakes, colaborador directo de Terminator.
En 2012 Jian estuvo dispuesto a invertir 130 millones de dólares para desarrollar su historia que estaría ubicada en la Antigua Grecia y nos llevaría a las profundidades del mar donde una reina sirena busca salvar a su padre y reino de un puñado de peligros que los llevarán a la perdición. Originalmente la película fue bautizada con el nombre de Mermaid Island y, de acuerdo con el inversionista y creador de la historia, había suficiente material para una trilogía; sin embargo las cosas cambiaron rápidamente.
El inicio del final para esta ambiciosa propuesta
El nombre definitivo de la cinta fue Empires of the Deep y tuvo problemas desde el inicio cuando el director designado Irvin Kershner (de El imperio contraataca y RoboCop 2) no estuvo convencido de que la idea general del proyecto funcionara y pronto se desvinculó. Cuando Jonathan Lawrence quedó a cargo de la dirección se consultó a Monica Bellucci y Sharon Stone para el rol principal de la Reina Sirena quienes declinaron la propuesta hasta que Olga Kurylenko aceptó.
Aunque todo parece un proceso de preproducción normal, la realidad es que entre más pasaba el tiempo, menos cosas parecían aterrizar en su lugar pues la filmación inició con un guion incompleto, aunque había 40 versiones distintas. Además, pese a su elevado presupuesto, muchos actores no habrían recibido el pago acordado por lo que decidieron salir del proyecto. De acuerdo con FilmStarts, para una escena en la que se esperaba la presencia de 500 extras tan sólo aparecieron 20 de ellos vestidos con disfraces bastante malos.
Los efectos visuales no se parecían en nada a lo que el empresario chino buscaba alcanzar en la película de ficción del director de Titanic por lo que la calidad visual restó aún más puntos a la falta de organización y narrativa. En un intento final por corregir lo que ya estaba hecho llamaron a Michael Kahn, editor estrella de Steven Spielberg (en Los cazadores del Arca Perdida y Jurassic Park) quien trató de darle cohesión a la película, pero el esfuerzo fue en vano.
Al mostrar un avance de lo que sería Empires of the Deep, en busca de inversionistas y una empresa encargada de distribuir la película, nadie quiso apostar por ella porque "la trama era débil y algunas escenas lucían muy mal". Así fue como esta se convirtió en una de esas cintas que nunca tuvieron la oportunidad de estrenarse y simplemente llevaron la inversión directo a la basura sin devolver un sólo dólar a quienes se involucraron en el proyecto.