La colaboración entre Robert De Niro y Martin Scorsese ha dado lugar a algunas de las mejores películas del cine estadounidense posmoderno, pero pocos saben que una de ellas tiene sus raíces en la filosofía existencialista.
La década de 1970 fue un periodo clave en la evolución del cine, marcado por la innovación y el riesgo creativo, especialmente en el contexto del movimiento del Nuevo Hollywood. Este movimiento, iniciado en los últimos años de la década de 1960, transformó la narrativa cinematográfica con obras más experimentales y temáticas audaces como Easy Rider con Dennis Hopper y Jack Nicholson, así como Bonnie and Clyde, protagonizada por Warren Beatty y Faye Dunaway.
En este contexto surge Taxi Driver, una película dirigida por Martin Scorsese que se convirtió en una de las películas más influyentes del cine posmoderno estadounidense, consolidando tanto a Scorsese como a Robert De Niro como dos de los grandes nombres de la industria. Sin embargo, detrás de su oscura trama y compleja narrativa se encuentra una fascinante influencia literaria: la novela La náusea de Jean-Paul Sartre.
‘Taxi Driver’ y ‘La náusea’: La conexión filosófica que transformó al cine estadounidense
Taxi Driver sigue la vida de Travis Bickle, un excombatiente en Vietnam que trabaja como taxista nocturno en la Nueva York decadente de los años 70. Travis, marcado por su insomnio y una creciente desesperanza, observa con repulsión la corrupción y el crimen que dominan la ciudad. A medida que su aislamiento y frustración crecen, su cordura se desmorona, llevándolo a un descenso violento que culmina en un intento de “limpiar” la ciudad de aquellos que considera moralmente corruptos.
El guión de Taxi Driver, escrito por Paul Schrader, encuentra una de sus principales fuentes de inspiración en el existencialismo europeo, especialmente en Sartre. Schrader reconoció que antes de escribir el guión, volvió a leer esta novela porque quería trasladar la figura del héroe existencialista europeo a un contexto estadounidense. Al igual que Antoine Roquentin, el protagonista de La náusea, Travis se siente desconectado de la sociedad y experimenta una angustia que le hace cuestionar el sentido de su existencia.
En La náusea, Sartre presenta a un personaje que sufre una crisis existencial al enfrentarse al absurdo de la vida, sintiendo una repulsión casi física ante su propia existencia y el mundo que lo rodea. Este malestar profundo y la incapacidad de encontrar un propósito claro en la vida se reflejan en Travis Bickle, quien, al igual que Roquentin, experimenta una profunda soledad e incomprensión. Sin embargo, a diferencia del protagonista de Sartre, Travis no es consciente de la verdadera naturaleza de su conflicto interno. En lugar de enfrentarse a su crisis existencial, la proyecta hacia el exterior, buscando combatir el mal que ve en los demás.
Schrader, al trasladar este arquetipo a un contexto estadounidense, destaca la ignorancia de Travis sobre la raíz de su problema. Según el guionista, y también director de El reverendo y El contador de cartas, la inmadurez cultural y la falta de tradición intelectual en Estados Unidos hacen que Travis no logre entender que su lucha real es interna, no externa. En lugar de cuestionar su propia existencia de manera filosófica, dirige su ira y frustración hacia aquellos a quienes considera responsables de la decadencia moral que percibe en su entorno.