Ser mujer, abrirse paso en un mundo de varones, obtener la Corona y un ejército que se cuenta en decenas de hombres es algo digno de celebrar.
Rhaenyra Targaryen (Emma D'arcy) es la heredera legítima del Trono de Hierro y eso lo sabemos bien. Le cueste aceptarlo a quien le cueste aceptarlo, ella fue la elegida por el rey Viserys I y su reinado es un hecho que se debe aceptar en todo Westeros. Sin embargo, como lo pudimos ver dentro de las dos temporadas de La casa del dragón, en un mundo diseñado por varones y para varones, el hecho de tener una mujer como regente de los Siete Reinos -y frente a un gran ejército que se cuenta en cientos y cientos de hombres- pareciera algo difícil de creer.
Por lo tanto, cuando a lo largo de la serie inspirada en la novela Fuego y Sangre de George R.R. Martin vemos a la reina siendo ignorada por su Consejo, traicionada por las personas en quienes confió y hasta abandonada por su propio esposo y compañero -el rey consorte Daemon Targaryen (Matt Smith)- no podemos más que sentir su frustración y perder un poquito de esperanza sobre la probabilidad de que las cosas cambien alguna vez.
Y es que desde los tiempos de la vieja Valyria, las mujeres ocuparon un lugar lejos del poder, y en el remoto caso de que formaran parte de la Corte real, siempre se les veía ensombrecidas por el nombre de su Casa o su marido.
Pero por fortuna, en este contexto el nombre de Rhaenyra Targaryen llegó para transformar las obsoletas tradiciones de Westeros con el personaje una mujer fuerte, valiente, aguerrida y libre que buscó abrirse camino entre las limitaciones reales para poder reclamar lo que siempre le perteneció: el Trono de Hierro y el legado de su padre al frente de King's Landing.
Así, mientras que en la primera temporada de House of the dragon seguimos de cerca su crecimiento y la íntima relación que mantuvo con su mejor amiga, Alicent Hightower, en la segunda temporada de La casa del dragón vemos a Rhaenyra Targaryen convertida en reina, madre y una mujer sumamente poderosa que irónicamente pareciera encontrarse sola al momento de ascender al poder y hacer que su imagen, ideas y apellido se respeten.
Para lograr este cometido, Rhaenyra no solo lucha contra el Consejo y su propio padre, sino que tras la muerte del rey combate contra casi todos quienes la rodearon y hasta con su tío Daemon Targaryen; el príncipe y segundo hijo de Jaehaerys que aún con su hermano muerto ambicionó el trono.
Tras comprometerse en matrimonio y desposar a Rhaenyra en la primera temporada, en esta entrega vemos que Daemon discute con ella por el curso que tomará la guerra y esto lleva al rey consorte a recluirse en Harrenhall. Allí padece una serie de visiones y brujerías que finalmente lo llevan a entender sus formas de ejercer el control sobre los súbditos no es la correcta y que aunque no le guste, Rhaenyra es la verdadera reina y él -como su compañero- debe enfocarse en ocupar su lugar.
Por eso cuando vemos que la Reina Negra llega a Harrenhall para cuestionar la lealtad de Daemon y poder definir así el grado de poder con el que entrará en la guerra, nos llevamos un sorpresivo reencuentro en el que Daemon Targaryen rinde su fidelidad, lealtad y ejército a la heredera Targaryen jurándole luchar "hasta su muerte o al final de su historia" por ella y por su causa.
Pese a que Rhaenyra toma con severidad la reacción de su marido, también se le ve sorprendida porque antes de iniciar La danza de los dragones confirma que Daemon es un hombre en el que se puede confiar, y que la lucha que durante tantas décadas le tomó por hacerse con el Trono de Hierro ya no deberá enfrentarla sola.
Aunque gracias a Fuego y Sangre sabemos cómo culmina esta historia en la versión creada para la Literatura, tendremos que esperar a 2026 para ver el desarrollo de la pelea por el Trono de Hierro y seguir de paso los cambios que tendrán estos grandiosos personajes. No te pierdas La casa del dragón en Max ni tampoco Juego de Tronos porque te garantizamos que así será menos aburrida la espera.