La película mexicana en Netflix que el gobierno no quiere que veas
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

Con una narrativa que aborda la rebelión estudiantil y la apatía juvenil en Ciudad de México durante los años 90, aunado a un estilo audaz e incisiva crítica social, esta película podría incomodar a muchos.

Hay algo tan atractivo como lúdico y enigmático en la atmósfera de Güeros, el primer largometraje de ficción de Alonso Ruizpalacios, que incluso ha sido comparada con las primeras obras del también cineasta mexicano Alfonso Cuarón, especialmente con Y tu mamá también. La película, disponible en Netflix, es una obra contemporánea pulcramente filmada en blanco y negro que explora cómo la absoluta pereza y la inactividad producen una apabullanete angustia juvenil.

Conocemos a Tomás, de trece años (Sebastián Aguirre), cuando lanza un globo de agua desde un tejado sobre una madre angustiada. Brevemente culpable por su travesura, pero finalmente inconsciente de las consecuencias de sus acciones, estas fechorías han agotado a su atribulada madre, quien envía a Tomás a Ciudad de México a vivir con su hermano mayor Sombra (Tenoch Huerta), un estudiante universitario.

Sombra vive en una ligera miseria con un compañero de cuarto, Santos (Leonardo Ortizgris), robando electricidad de un inquilino de abajo y evitando participar en la actual protesta estudiantil contra la administración de la escuela. Al enterarse de que su cantante favorito de los años 60, Epigmenio Cruz, languidece en algún hospital de Ciudad de México, el trío se embarca en la búsqueda de esta figura misteriosa, un hombre que una vez hizo llorar a Bob Dylan, recogiendo en el camino a Ana (Ilse Salas), el interés amoroso de Sombra, una joven muy involucrada en las protestas estudiantiles.

La odisea de Tomás y Sombra en Güeros: una travesía por Ciudad de México

Entendemos vagamente que es 1999 y que estamos en medio de una huelga en la Universidad Nacional Autónoma de México, provocada por el significativo aumento en el costo de la matrícula. Pero la verdadera estrella del espectáculo resulta ser la cinematografía en blanco y negro de Damian García, llena de una serie de visuales impresionantes que continuamente revitalizan la trama.

Ruizpalacios expone como “güeros” es una palabra para describir a los mexicanos nativos con piel más clara, una diferenciación que marca a su cuarteto principal como objetos de burla mientras navegan por Ciudad de México. Las disparidades de clase y raciales resultantes de actitudes sociales respecto a tonos de piel más claros (algo que no es exclusivo de la cultura presentada en Güeros) son moderadamente examinadas.

En cambio, Güeros se siente muy en el espíritu de la retórica de la rebelión sin rumbo de los años 60, algo fomentado por la fascinación de los chicos con un cantante de folk ficticio contemporáneo de Bob Dylan. Jugando como una película de carretera relegada a los confines de carreteras finitas, pueden no ser rebeldes sin causa, pero ciertamente están desorientados y sin definir.

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