Estrenada hace 81 años, esta cinta tal vez no sea muy conocida para el público moderno pero sin duda se trata de una propuesta que todo mundo debería ver por lo menos una vez en su vida.
Después de haberse convertido en uno de los más grandes íconos del género y de haber producido grandes obras audiovisuales con esta temática, Clint Eastwood tiene todo el derecho del mundo para recomendar westerns. Hace 20 años, fue invitado por el American Film Institute para presentar The Ox-Bow Incident, que con apenas 75 minutos de duración, es una de sus películas favoritas.
La película tiene lugar en un pequeño pueblo del oeste, donde el granjero Kinkaid fue asesinado. En ausencia del sheriff, se crea un “grupo” formado por los residentes del pueblo, Gil Carter (Henry Fonda) y Art Croft (Harry Morgan), dos vagabundos. El dúo encuentra rápidamente a tres hombres en posesión del ganado de Kinkaid y decide colgarlos en el lugar sin llevarlos ante el juez. Excepto que los sospechosos afirman su inocencia. ¿Quién tendrá la razón?
"Cuando vi a Henry Fonda y Dana Andrews con sus sombreros, pensé que sería una película violenta. Eran principios de los años 40s y (...) era sobre todo una historia deprimente (risas). En realidad no era una comedia, pero realmente me llamó la atención, porque en ese momento abordaba ciertos valores morales sobre la violencia colectiva, pero también muchas otras cosas como el racismo, el pseudomachismo y la relación padre-hijo”, comentó el legendario cineasta de 94 años.
“En aquella época en la que el género era muy popular”, recuerda Eastwood, “cuando veías un western esperabas cierto nivel de acción, de entretenimiento, pero con esta película había algo diferente en la forma en que se desarrollaba. Se nota que es una cinta sin mucho presupuesto, con muchos interiores, se escucha el eco de la reverberación del sonido en el set, hay piedras de plástico de fondo, pero te atrapa en su historia tanto que no te importa todo lo demás.”
The Ox-Bow Incident fue estrenada en mayo de 1943, bajo la dirección de William A. Wellman. La cinta contó con un presupuesto de 565 mil dólares, y pese que sólo lograr generar una taquilla de 750 mil dólares, se trata de un filme de culto que se ha ganado para siempre su lugar en la historia del séptimo arte, y más aún siendo catalogada como una de las películas favoritas de una leyenda como lo es Clint Eastwood.