¿Sabías que el fiel compañero del personaje de Lupita Nyong'o fue interpretado por dos michis diferentes?
Un lugar en silencio: Día uno ha llegado a todos los cines del mundo esta semana. Bajo la dirección de Michael Sarnoski y basada en una historia original de John Krasinski, la cinta de horror cuenta con las actuaciones de Lupita Nyong’o, Joseph Quinn, Djimon Hounsou, Alex Wolff… y del pequeño Frodo.
Frodo es el pequeño minino que veremos a lo largo de la película acompañando al personaje de Sam (Lupita Nyong'o), quien debe hacerle frente a la invasión alienígena, en la ciudad de Nueva York, que da inicio a la catástrofe mundial que obliga a dejar en silencio a toda la población.
En A Quiet Place: Day One el adorable gatito se roba todos los reflectores y las miradas (además de los suspiros del público), sin embargo, en la vida real no fue un solo gato el que se utilizó para el rodaje, sino que fueron dos: Schnitzel y Nico. Este dato fue revelado por el director, Michael Sarnoski.
“Para mí era importante tener a un gato real con el que pudieras sentirte conectado”, llegó a comentar Sarnoski, negando en su momento los rumores de que el felino sería hecho por medio de CGI. “Sólo teníamos un par de días en los que nos sentábamos en la oficina y traían una docena de gatos para audicionar. Los conocimos y tuvimos una idea de su personalidad, y Schnitzel y Nico fueron opciones claras de ‘gracias a Dios, tienen una especie de alma detrás de sus ojos.’”
Una vez que ambos animalitos fueron oficialmente aceptados para formar parte del filme, tanto Lupita Nyong’o como Joseph Quinn se dieron a la tarea de empezar a interactuar con ellos para ganarse su confianza y así evitar que sintieran miedo durante el rodaje, aspecto que funcionó a la perfección. Los gatitos no sólo se adaptaron por completo al entorno de trabajo, sino que lograron generar un vínculo real con los actores protagonistas.
De hecho, Lupita Nyong’o tenía fobia a los gatos antes de grabar Un lugar en silencio: Día uno, pero interactuar con Schnitzel y Nico le sirvió como terapia para enfrentar (y superar) este miedo. Todo resultó de forma tan positiva para la actriz nacida en la Ciudad de México, que incluso adoptó por su cuenta a un minino (de nombre Yoyo) una vez que el rodaje llegó a su fin.