Algunas películas te hacen reír hasta las lágrimas; otras logran sacar tus emociones más profundas. Pero solo unas pocas consiguen una respuesta física tan intensa como el vómito. La más reciente en causar este tipo de reacción es Terrifier 3, la más reciente entrega de la saga Terrifier de Damien Leone que sigue las macabras andanzas de Art the Clown (David Howard Thornton). Esta vez, el temible payaso asesino irrumpe en una comunidad en plena temporada navideña, transformando el espíritu festivo en una pesadilla sangrienta.
El impacto ha sido tan fuerte que, durante el estreno en el Reino Unido, por ejemplo, se han registrado múltiples abandonos de la sala, muchos de ellos apenas en la escena inicial. Incluso, el equipo de relaciones públicas de la película compartió que varios espectadores terminaron vomitando, una curiosa medalla de honor para una película de horror extremo. Para aquellos fanáticos que buscan la experiencia visceral que solo las cintas más grotescas pueden ofrecer, Terrifier 3 es sólo el eslabón más reciente de una larga cadena.
‘Un perro andaluz’
La película que lo inició todo en 1929. En los primeros dos minutos de Un perro andaluz, el cortometraje surrealista de Luis Buñuel y Salvador Dalí (una de las grandes influencias en The Neon Demon de Nicolas Winding Refn), se muestra de cerca cómo un ojo es cortado con una navaja. Al brotar el fluido vítreo, resulta difícil no apartar la vista.
Este filme, recordado especialmente por esa perturbadora escena, incluye otras imágenes inquietantes, como un hombre observando cómo las hormigas salen de un agujero infectado en su mano. Con ese corte, Buñuel rompió las fronteras de lo aceptable en el cine; no por nada es su propia mano la que sostiene la navaja en pantalla.
‘Fenómenos’
Fenómenos, la controversial película de terror pre-código Hays estrenada en 1932, utilizó artistas de circo con deformidades para narrar una oscura historia sobre un enano de feria seducido y asesinado por una trapecista. Al final, uno de los personajes es transformado en un "pato humano": con la lengua cortada, un ojo extirpado y sin extremidades.
Dirigida por Tod Browning, esta obra fue prohibida en varias regiones, incluido Reino Unido, durante 30 años, aunque luego fue revalorada por su mensaje antieugenesia, considerándola "una de las películas más compasivas jamás hechas". Aun así, su estreno inicial provocó desmayos, quejas e incluso una demanda contra MGM de una mujer que afirmó haber sufrido un aborto tras verla.
‘Pink Flamingos’
Dirigida por John Waters en 1972, Pink Flamingos es una celebración de lo grotesco en todos sus niveles, incluyendo escenas explícitas de castración, coprofilia y una relación sexual en la que una gallina viva es aplastada entre los amantes. El tecnicolor vibrante de Waters subraya el tono surrealista y desafiante, en lo que podría considerarse una de las representaciones más extremas de lo "camp" tal y como lo define Susan Sontag.
Lo "camp", aquí, no solo es una cuestión de estilo, sino una provocación consciente que toma elementos de lo vulgar para explorar los límites de lo aceptable en la cultura popular. Esta característica tan transgresora llevó a algunos cines a distribuir bolsas de vómito “Pink Phlegmingo” como truco publicitario. Waters convirtió la experiencia en algo físico, explotando lo camp y lo abyecto para captar el disgusto y la atracción del público.
‘Salò o los 120 días de Sodoma’
Salò o los 120 días de Sodoma, dirigida por Pier Paolo Pasolini en 1975, es una de las películas más perturbadoras y desafiantes de la historia del cine. Basada libremente en la novela homónima del Marqués de Sade, la trama sigue a un grupo de jóvenes que, en la Italia fascista de los años cuarenta, son secuestrados, torturados y abusados de forma sádica por figuras de poder corruptas.
Pasolini utiliza escenas explícitas y profundamente perturbadoras —violaciones, suicidios, mutilaciones y coprofagia— no solo para provocar a la audiencia, sino para denunciar con crudeza la brutalidad y la deshumanización inherente a los sistemas totalitarios. Al abordar lo grotesco y abyecto, Pasolini va más allá de lo que el espectador espera o puede tolerar, llevando la crítica de la violencia política y la opresión hasta sus límites más extremos.
‘Holocausto caníbal’
Holocausto caníbal, dirigida en 1980 por Ruggero Deodato, es una de las películas más polémicas y controvertidas en la historia del cine, célebre por sus transgresoras escenas que aún hoy desafían los límites de lo tolerable en pantalla. La trama sigue a un grupo de antropólogos que se adentra en la selva amazónica, documentando los hábitos de una tribu local, solo para descubrir una violencia brutal y primitiva que los envuelve en una espiral de atrocidades.
Las imágenes incluyen escenas de mutilación y sacrificio animal reales, así como cadáveres humanos extremadamente realistas siendo devorados, lo que llevó a muchos espectadores a cuestionarse la autenticidad de lo que veían y a las autoridades italianas a someter la película a un juicio por obscenidad. Esta controvertida obra subvierte los conceptos de lo tabú, particularmente el canibalismo. De acuerdo con Georges Bataille, el canibalismo representa la disolución de las barreras entre lo humano y lo animal, entre la civilización y la barbarie, una confrontación que el filme explora de manera cruda y visceral.