Irene se muda a Madrid en 2003 para estudiar cine, en la universidad conoce a sus mejores amigos y a un chico muy particular llamado Julio, de quien se enamorará una y otra vez irremediablemente. Ambos a pesar de sentir lo mismo no logran coincidir del todo al mismo tiempo, por lo que Irene y Julio se encontrarán en diferentes etapas de su vida intentando tener su final feliz.
Dos hermanos con personalidades muy diferentes, se ven unidos por la ambición común de heredar un edificio que pertenece a su madre, quien presuntamente acaba de fallecer.
Laura decide comprar el orfanato en el que pasó su infancia con el propósito de restaurar el edificio abandonado y convertirlo en una residencia para niños discapacitados. Una vez allí, descubre que el viejo lugar despierta de manera desmesurada e incomprensible la imagicación de su hijo Simón, quien juego con extraños amigos imaginarios.
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