Humberto Busto nació el 23 de junio de 1978 en la Ciudad de México, Distrito Federal, México. Se mudó durante la secundaria a Puebla por cuestiones laborales de su padre y una cuestión asmática pseudo psicológica. Desde pequeño supo que le encantaba la actuación: “siempre me fascinó escribir, dirigir y crear espectáculos con mis primos o mis amigos en los concursos de oratoria, baile o imitación. Siempre fui el niño que todo el tiempo tenía actividades paralelas a la escuela.” A pesar de estar completamente concentrado en su sueño, Humberto jamás abandonó sus estudios e, incluso, era de los niños más cumplidos de su clase: “era el niño nerd de primer lugar porque tenía que apurarme a terminar mis tareas para irme a hacer lo que realmente me gustaba.”
Los talleres de teatro y las clases de canto comenzaron a mostrarle que su pasión podía convertirse en una carrera profesional y, posteriormente, en un trabajo del que podría vivir. Fue entonces que hizo el examen para integrarse al Centro Universitario de Teatro de la UNAM (CUT), la cual, hasta entonces, le sigue pareciendo la mejor escuela de actuación del país. “El examen es muy difícil, admiten a muy pocas personas; en mi generación entramos 12 después de un propedéutico de 300 personas en donde estás un mes a prueba.” A pesar de lo complicado de las pruebas, Humberto demostró cumplir con el nivel de ética profesional que requiere la carrera. Dentro del CUT tuvo grandes maestros, entre ellos a Gustavo Sánchez Parra y Dagoberto Gama.
LA PRIMERA OPORTUNIDAD
Humberto tenía 18 años cuando piso por primera vez un set, justo cuando la huelga de la UNAM (que dejó a los alumnos sin clase por casi un semestre) tomaba lugar. Antes de que se desatara el caos, Manuel Tay, director de casting de Amores Perros (2000) de Alejandro González Iñárritu, acudió a buscar nuevos talentos al CUT. Ese fue el primer casting de Humberto, que ganó gracias a su talento pero también a una casualidad de la vida: “Cuando iba a hacer la audición para Amores Perros me dio una infección en los ojos, entonces, compré en el metro unos lentes de pasta negros porque no podía usar lentes de contacto y cuando hice la audición llevé esos lentes. De alguna manera Alejandro los conectó con el personaje y se quedó como parte de este.”
Amores Perros fue su primer trabajo profesional y, hasta la fecha, Humberto lo ve como algo que cambió la perspectiva que tenía sobre la actuación, sobre los sets de rodaje, sobre los directores y sobre el arte en sí. “Más allá de la trascendencia de la película, yo le tengo mucho cariño porque para mí fue el inicio, fue mi bautizó; descubrí lo que realmente significaba hacer cine.” A pesar de que existió una posibilidad de seguir trabajando profesionalmente, Humberto no quiso abandonar el CUT y regresó para completar los tres años de carrera que le faltaban.
En el 2003 apareció nuevamente en pantalla grande con Sobreviviente y, ese mismo año, en la telenovela Enamórate, una producción de Tv Azteca que marcó su debut en el melodrama. Dos años después, Humberto Busto asistió al Talent Campus de la Berlinale, donde recibió asesorías y talleres con Mike Leigh, Alan Parker, Stephen Frears, Frances McDormand, Anthony Minghella Wolfgang Becker, entre otros. A su regreso estudió cine experimental con Naomi Uman, cineasta norteamericana de vanguardia, y comenzó una exploración en el ámbito del dirección cinematográfica.
DETRÁS DE CÁMARAS
Humberto ha probado suerte en el ámbito de la dirección con una trilogía de cortometrajes que tuvieran características específicas y retos a nivel de producción, escritura y post-producción: Hasta la ciruela pasa (2012), La teta de Botero (2014) y Julkita (2017). El primero de ellos está inspirado en su abuela y la reconstrucción de la memoria espacial, “para esta historia me inspiré en mi abuela y la casa en la que vivía en Puebla. Quise retratar cómo la memoria se impregna en los lugares, pues mi abuela tuvo Alzheimer a partir de que mi abuelo murió. Es una especie de poema, ensayo u homenaje sobre la memoria utilizando el espacio real de mis abuelos. "Para este corto, Humberto había contemplado a su abuela como la actriz protagonista, sin embargo, problemas de salud impidieron que se llevara a cabo el plan."
Siguió con La teta de botero, en el que unió esfuerzos con la actriz Patricia Reyes Espíndola, quien, como él, pasaba por momentos delicados de salud. Humberto había sufrido una reconstrucción facial, mientras que Espíndola combatía también con problemas de salud. De esta mancuerna surgió un corto que “nos hizo sanar a ambos y nos permitió hacer una red de distribución muy interesante. El corto se fue a muchos festivales e incluso fue nominado al Ariel.” La teta de botero se proyectó frente a centenares de mujeres sin seno, especialistas, psicólogos, médicos, así como en varias universidades.
Julkita, el último corto de la trilogía, retrata a una superheroína mexicana de la menstruación. Una chica en sus treinta intentando salir de sus crisis y lidiar con sus demonios existenciales, sin embargo, cada que llega su periodo le brota una fuerza descomunal que no pude controlar. “Habla de la violencia de género desde una perspectiva metafórica. Retrata la importancia de empoderarse a sí mismo, es un grito en contra de la violencia”, señala Humberto.
UN ACTOR CONGRUENTE
Humberto es uno de los actores más alabados de su generación, cosa que ha conseguido gracias a los proyectos que ha elegido a lo largo de su carrera: “lo complicado de ser un actor en un país como México es lograr ese equilibrio entre ser congruente e inclinarse hacia la tendencia del mercado que está muy marcada.” Humberto, aunque formado en el teatro, ha incursionado en proyectos más comerciales como El juego de las llaves, una serie original de Amazon. La decisión de participar en éste fue el diálogo que, según Humberto, llegaría después de terminar la serie. “Me interesó porque presentaba modelos heterosexuales de una cierta generación que se creyeron el cuento de la camioneta, la familia y la vida feliz, que se olvidaron de la verdad entre pareja”, explica el actor.
Uno de los proyectos que marcaron un antes y un después en la carrera del actor ha sido la serie El Chapo. Humberto lo ha descrito como aquel en el que descubrió a “personajes trágicos que son capaces de renunciar a lo verdaderamente importante por una ilusión absoluta, sin importar el daño que hacen a los demás por sus decisiones. Con esta serie demostramos que aquí también se hacen series mexicanas complejas que conectan con la gente.”
Así como El Chapo, Humberto, aceptó otro proyecto que cambiaría para siempre el panorama de la industria en el cine mexicano: Oso Polar, el primer largometraje grabado, enteramente, con un smartphone. Dirigida por Marcelo Tobar, la película marcó un parteaguas en la carrera de Busto. La cinta fue ganadora en el Festival Internacional de Cine de Morelia y para él será la que cambie la forma de pensar de los hacedores de cine: “Miles de proyectos aparecerán en este formato, pero esa posibilidad de hacer una película de manera íntima, cambiando los modos de producción y que, además, haya ganado en Morelia la convirtieron en una oportunidad para reflexionar sobre el buen uso de la tecnología cuando tiene algo que decir.”
PRIMER LARGOMETRAJE COMO DIRECTOR
Humberto, luego de la trilogía de cortometrajes, se siente listo para lanzar su ópera prima al mundo, que llevará por título (hasta ahora) No coja rabia. La película tiene que ver con una investigación sobre la vida del actor en Colombia. “La historia básicamente tiene que ver con la estructura de países particulares como Colombia y su reestructuración emocional después de un periodo de guerra.” No coja rabia tiene la intención de demostrar que a veces proyectamos en otros al enemigo que somos nosotros mismo, una historia que está vinculada, inevitablemente, a nuestro propio territorio. El largometraje aún no tiene fecha oficial de estreno, pero Humberto se encuentra ahora en la etapa para la conclusión del guion y el comienzo de la preproducción.
Para llegar hasta este punto, Humberto armó un proceso de autogestión, autoinvestigación y autoestudio. Vivió varios años en Berlín haciendo investigación de artes escénicas post dramáticas y vanguardias. Tomó diplomados de producción cinematográfica en Los Ángeles y talleres con maestros de diversas ramas del cine, además de diplomados de historia del arte y semiótica.
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Humberto Busto ha comprobado ser un actor ecléctico, congruente y leal a su pasión, siempre involucrándose en proyectos que sumen algo al espectador o a la conversación mediática. Dentro de su trayectoria existen producciones tanto en teatro como en televisión y cine, así como streaming. Lo hemos visto en telenovelas como Lo que callamos las mujeres, La vida es una canción, Lo que la gente cuenta. En series como Terminales (2009), junto a Ana Claudia Talancón y Alfonso Herrera, El juego de las llaves (2019) y Diablero (2018-2020), además de aparecer en películas como El elegido (2016), Cantinflas (2014), El incidente (2014), Hazlo como hombre (2017) y El club de los insomnes (2018).